«De lobos y dioses» y el miedo

Portada de De lobos y dioses que se ve a la diosa Selene vestida de noche estrellada y una corona, a su lado hay un lobo oscuro con detalles dorados, además de alusiones a raíces doradas. Toda la portada está llena de colores oscuros y dorados

Este libro lo empecé a leer en enero de este año y como leo condenadamente lento si no puedo anotar (y no, no puedo anotar en libros, es superior a mí) hasta este mes no lo he terminado.

Advertencia de contenido

Muerte, sangre, muerte de seres queridos, guerra, pérdida, vómitos

Marina Tena Tena posiblemente es la autora viva que más obras haya leído y tenga, y es que adoro su estilo. Tiene una capacidad de que no me dé asco lo que me da asco y de revolverme el estómago con lo que me parece más indiferente. Pero sobre todo me parece quizás adorable cómo usa el léxico. Verbos fuertes como arrancar para cosas ligeras y que deberían de ser agradables «le arrancó un abrazo» y verbos suaves para acciones desagradables «con una flecha floreciendo en sus costillas».

Otro común es que los sentimientos siempre tienen dientes, siempre te mordisquea el miedo, el dolor, la rabia. Mientras que los estados tienden más a clavarse las uñas, como el estado de la muerte o el enfado (que viene de hincarte los dientes).

Pero De lobos y dioses sobre todo lo que trata es del miedo. No es una historia de terror y sin embargo, el miedo y Marina siempre van de la mano. Aquí, el miedo atraviesa todo el libro. Todos los acontecimientos los dirige el miedo y las diferentes formas que cada personaje tiene para gestionarlo y/o hacerle frente.

Sierra, la protagonista, dicho por la propia autora es una chica enfadada. Pero su enfado esconde capas densas de miedo. Miedo a no ser suficiente, de decepcionar, de que se le vea débil (porque débil se percibe a sí misma y lo odia), miedo a ser incapaz, de no dar la talla como licántropa, parte de la manada y descendiente de una leyenda. Tiene miedo de que sus pensamientos más oscuros sean realidad, de que su egoísmo y falta de demostrar aprecio por aquellos que la rodean le pasen factura. De que verdaderamente sea ella la causante de su sufrimiento.

Por otro lado, tenemos a Néstor, el coprotagonista, cuyo miedo le impulsa a ser cauto. A causa de su miopía y no tener accesibilidad a su alcance para poder ver con nitidez, teme ser una carga constatemente para los suyos.

Ambos llevan media novela achacándose no ser suficientes, cuando ellos mismos admiran al otro por su determinación y su fuerza. Son un buen reflejo de que el miedo, y otros sentimientos, nos ciegan y nos hace pensar algo que no tenemos y que ansiamos de les demás.

La tribu tiene miedo de desaparecer. El miedo más profundo como especie, el que te inyecta querer sobrevivir. Los humanos tienen miedo de lo que desconocen, además de la osadía de coger el anti especismo como estandarte, los brujos tienen miedo de que les usen hasta el final en su contra.

Pero, ¿y los dioses? Los dioses son, probablemente, los personajes que más miedo tienen aquí. Sobre todo la diosa Selene. La diosa que castigó a los que estaban bajo su protección: los licántropos, todo por el miedo a vivir toda una eternidad sin la compañía de su hermano, que, haciendo un maravilloso paralelismo con la relación de hermanas de Sierra y Brisa, ella misma ayudó a que se amustiara. Pero su miedo, su proyección, sus propios sesgos y egoísmo le hacen incapaz de ver las consecuencias de sus propias acciones, prefiriendo así echarle la culpa a terceros.

«El mundo cambia. Las eras pasan. La de los titanes había terminado y la de los dioses nacidos de ellos está en su ocaso. El mundo es humano, y así deben ser los inmortales que lo custodian. Mi hermana no quiere entenderlo, no está preparada, y a lo mejor nunca lo estar᝻.

En el club de lectura recuerdo que por casi mayoría la gente detestaba a Sierra, pero no puedo detestar a un personaje asustado que encima no me venden como la mejor persona del mundo. Simplemente, tiene el dilema interno de que la gente está mejor sin estar con ella, por ello, les aleja de manera brusca, para que no regresen, pero se detesta tanto a sí misma por no ser suficiente, a la vez que ansía ser suficiente.

Para mí el personaje que más destesto es la propia diosa, que sí los disoses siempre los más caprichosos, pero la hipocresía que Selene gasta, me supera. Proyecta todas sus inseguridades y miedos en los demás, y no contenta con eso, se comunica fatal, y luego se enfada cuando no hacen lo que ella esperaba. Sierra además tiene bastante de Selene y de Ferner. Por un lado, la intensidad, el miedo y el egoísmo, por otro, la fueza, la tenacidad y el orgullo.


De lobos y dioses habla del miedo, sí, pero también del dolor, de la identidad. Me gusta especialmente, algo que siempre he echado en falta (tanto en la ficción como en la realidad) que la forma no es lo que nos hace quienes somos.
Como la típica paradoja del barco de Teseo, ¿seguiría siendo el mismo barco con otras piezas, son las piezas en sí mismas en otro objeto el barco de Teseo? O el dilema que siempre aparece en la ciencia ficción transhumanista, ¿qué es lo que nos hace ser nosotres mismes? Si nuestra conciencia fuera a parar a una máquina, ¿seguiríamos siendo nosotres? ¿Cuando perdemos nuestros recuerdos, seguimos siendo nosotres? Sin embargo, en fantasía y fuera del arte, ocurre más que el modo en que se te percibe, ES. Cuando no. El sesgo no debería de primar sobre lo que es de manera inherente. Y Marina clava una y otra vez que lo es, lo es da igual la forma que tenga.
Ya sea el dios Zeit y su doble forma de aparecerse, o sea Sierra y su pérdida lobuna, Zeit siempre es percibido como el dios tiempo, y ella como la licántropa guerrera que siempre ha sido.

«—Te ha hecho algo horrible, pero sigues siendo una lupina. Lo seguirías siendo, aunque te arranque la piel y los huesos. Estoy orgulloso de ver que mi linaje tiene tanta fuerza».

¿Habéis leído el libro de Marina?

Publicado por Rep A. L.

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