Ser autista

Estimade yo, ¿sabes ya cómo te encuentras?

Nunca se me dio bien hallar, perder(me)(lo) todo es mucho más fácil. ¿Las voces del pasado se hacen eco también en tu tiempo? Recuerdo cuando teníamos miedo de no recordar porque no sabíamos aún que la memoria a corto plazo la tenemos nefasta.

El modo en que veíamos el mundo, cómo los otros intentaban que cambiasemos, y la promesa con cinco años, que nos hicimos, de no cambiar cómo percibimos el mundo. Porque ya en ese entonces sentía que nuestra mente iba a ser lo que nos mantendría a flote.
Incluso en las crisis que no entendíamos, incluso cuando las palabras aún tardaron en echar a volar de nuestra boca, nuestra mente era refugio y hogar.

Nos han tratado siempre como lo diferente, lo roto. Han asumido que escogemos el camino difícil, ¿cómo iba a ser lo difícil investigar y analizar primero?

Al principio había quejas porque no hablábamos y lo aprendíamos todo lento y mal. Después llegó a un punto de que hablábamos demasiado. Nunca dan instrucciones claras y esperan que demos con su suficiente. ¿Crees que alguna vez sabrán lo que de verdad quieren?

Nosotres siempre lo supimos: descansar.


Recuerdo la primera vez que creé algo. Me gustaba jugar a mezclar juegos. ¿Y si el juego de la oca era una carrera de relevos? ¿Y si el ajedrez lo formaran animales desmontables? ¿Y si los soldados en el Age of Empires tenían vidas? Todo lo hacía mal porque los juegos solo pueden jugarse de una manera, por lo visto.

El primer «sentido» que nombré, lo llamé Viento. Hace que todo mi interior se arremoline. Todo se dispersa, todo cobra sentido.

En dos ocasiones las voces de mi alrededor se hicieron más fuertes. Con ocho y doce años. En la segunda vez fue cuando sentí odio. Fue el primer sentimiento que sabía cuál era. Era blanco y desgarrador. Odié todo, incluso a mí. No odiaba cómo era, sino porque formo parte del todo. Nunca he querido desprenderme de mí.

En los días fríos soy mi mejor compañía. Nunca he sentido que debía amoldarme para encajar. Nunca le vi nada bueno a encajar. ¿Qué beneficios tiene?


Nunca vamos a entender al mundo y posiblemente el mundo jamás nos entenderá. Demasiados sesgos hay en juego.

Siempre han intentando que fuera por un camino más «fácil» para alguien como yo, y siempre he preferido ir campo a través antes de seguir sus sugerencias impuestas.

Muchas personas han señalado que no he conseguido nada, otras que soy muy resiliente. Yo prefiero verlo como que intento las cosas.

Han intentado privarme de cómo soy, castigarme, luchar contra mi voluntad. Mientras todo el mundo duerme, yo despertaba dentro de mí y me permitía ser.

He conocido el dolor y lo he abrazado en mi piel. Primero porque me hicieron creer que lo merecía, segundo porque sentirlo nos recuerda que para bien o para mal, seguimos aquí.


Recuerdo ser la decepción. Que mis experiencias nunca importasen, que mis crisis se multiplicasen cuando no me contaban adónde íbamos o quién venía. Recuerdo el cansacio con siete años arramblando contra todos mis planes.

Que mi orden molestase, que siempre necesitase volver a poner las cosas de vuelta a como las cogí. Que me apenase que mis ceras se acabasen, pero a la vez temiera que «pensaran» que ya no eran útiles.

Recuerdo haber pensado en que había cantidades limitadas de todo. Que si yo me comía la fruta pocha, nadie más salvo yo enfermaría. Recuerdo que la oscuridad era calma y que me aterraba la idea de entes imaginarios qur nos viesen defecar o entrasen mientras dormíamos. Porque siempre hemos tenido sueño profundo y no había nada que nos despertara. Aún no existían los móviles.

Recuerdo cuando nos castigaban en la escuela porque no parábamos de hacer ruido en un rincón de la clase y cómo lejos de verlo como algo negativo, lo veíamos como un gran regalo. Porque en la calle hacía frío o mucha calor, el sol estaba fuera y dentro… Dentro podíamos seguir en nuestra cabeza.

Recuerdo que solíamos tocar las cosas punzantes varias veces hasta corroborar del todo que seguía haciendo el mismo efecto. Recuerdo abrazar la pared por estar fría, recuerdo hacerme bola en el suelo y refugiarme bajo las camas. Recuerdo tener un teclado de juguete y querer desarmarlo para saber cómo hacía para ser tan ruidoso. Que me pusieran unos cascos para no hacer tanto ruido, pero que me quitaran ese juguete porque me aislaba en mi mundo.

Recuerdo querer usar todos los colores para pintar y que me dijeran que estaba mal.

Recuerdo que me amonestasen por jugar mal a las cocinitas y luego ver a mi madre usar el medidor de juguete en la cocina y que no le gustase que recalcara que era de juguete.


¿Tú averiguaste por qué hay tantas personas con miedo a que resguardemos nuestras manos en los bolsillos?

Recuerdo aquella vez que nos retamos a sacar notas concretas en los exámenes fueran aprobados o suspensos, porque el sistema con ocho años ya nos había enseñado cómo era. ¿Por qué le dan tanta importancia a lo que no tiene vida y por consiguiente a las apariencias? ¿Por qué nunca preguntar el porqué?

¿Por qué siempre dan por hecho?

¿Por qué siempre se piensan que hay una forma de hacer las cosas y que por supuesto es la suya la válida?

Supongo que es así la razón por la que se aburren tanto. Yo a veces tengo dudas sobre si alguna vez lo haya sentido. Disfruto las esperas. Me hacen ser capaz de apreciar lo que me rodea y son estabilidad entre los cambios.

Van demasiado rápido y ahora es cuando se dan cuenta de que se están perdiendo el mundo y la vida.

Me gustan los obstáculos, ¿a ti también? Siempre he pensado que necesitan comprensión. A veces nosotres mismes somos nuestros propios obstáculos. Sobre todo por cómo nos hablamos, ¿por qué ignorarlos o tratar de reducirlos cuando quizás necesitan un abrazo?

También me gusta el silencio. Quizás es un poco contradictorio porque siempre tengo a mi cabeza parloteando con varios temas a la vez y es algo que no cambiaría por nada del mundo. Pero el silencio es hermoso y escaso.


¿Sigues llorando cuando lo necesitas? Recuerdo un tiempo en que no pudimos. Como recuerdo personas que intentaban que no llorasemos más. ¡Como si fuera negativo! ¿Cómo descargan ellos? ¿Cómo saben cuando han descansado?

¿Recuerdas que hicimos teatro, que nos gustaba, pero lo dejamoa por el miedo a llevar camisas? ¿Recuerdas que hay gente que se ha pensado que éramos tímides cuando no teníamos nada que decir o estábamos armando una conversación paralela en nuestra cabeza?

Yo recuerdo muy bien sufrir las burlas por mi forma de hablar y que cuando por fin conseguí hablar en registro coloquial, lejos de alegrarse la gente, ver en sus caras de nuevo la decepción.


La sociedad siempre habla sobre la fidelidad a los demás y siempre se olvida de la que te profesas a ti misme. Qué me importa seguirle el rollo a otra persona, si en el trayecto me despedazo.

¿Sabes por qué preguntan por tus intereses y pierden el interés cuando ven que no son tan comunes porque inyectan sus sesgos? ¿A que sigues preguntándote por qué hay personas cuya meta es ser «especial» como si a nivel social fuera una ganga?

¿A que sigues creando mundos intentando entender partes de este?

¿A que sigues pensando que hacer listas es de las mejores actividades del mundo?


El pensamiento que más me ancló (¿seguirá siendo así tras algunos años?) es visualizar mi autoestima como un globo que cuando noto que baja, necesita un impulso extra para tocar fondo y regresar arriba. Pero el segundo, es irónicamente, que pusieran tantas trabas, las suficientes como para sentar las bases «provengo del país de la mierda, más bajo no puedo caer».

¿Sabes lo que pasa cuando nadie espera que logres nada? Que tienes libertad para ser. Nadie está mirándote, ni a tus continuas caídas (aprendizajes) ni a tus logros. Estas tú, contigo. Sintiendo, aunque en mi caso, no sé muy bien qué es. Me llena los pulmones y me ayuda a focalizar.

Luego siento rabia. La rabia de que no sea hasta que te dan por perdide que es cuando puedas ser. Que haya tanta gente convencida en creer que sabe cómo eres, qué debes hacer, cómo debes de estar, en vez de simplemente comprenderte, apoyarte, aceptar que hay más de una forma de hacer las cosas, de expresarse, de experimentar el mundo. ¿Por qué convertirlo en una lucha en la que acabemos todes cansades?

Dime, yo del futuro, ¿las cosas han cambiado en pos de la comprensión y la accesibilidad?

Publicado por Rep A. L.

Conmigo podrás ver mundos repletos de detalles; presenciar los misterios de una monja (Tablas), ver cómo una familia sigue adelante tras la pérdida de un miembro (La partida), la inocencia de alguien que sale a vivir su vida por primera vez (Frambuesa) y mil aventuras que están por llegar.

Deja un comentario